Cómo evitar la proliferación de mosquitos en jardines y terrazas: guía práctica de Apinsa
En Apinsa llevamos décadas ayudando a hogares, comunidades y negocios a convivir con menos molestias, menos riesgos y más tranquilidad. Uno de los retos más recurrentes en la temporada cálida es la presencia de mosquitos verano en jardines y terrazas. No solo resultan molestos; también pueden suponer un riesgo sanitario y afectar a la experiencia de clientes y convivientes. Como especialistas en control de plagas, desinfección, desinsectación y desratización, hemos preparado esta guía práctica para explicar, con enfoque profesional y aplicable, cómo prevenir la proliferación de mosquitos sin caer en soluciones parciales o repetitivas. A lo largo del artículo encontrará medidas complementarias, ordenadas por ámbitos de actuación, para que su espacio exterior sea más resistente a las infestaciones y mantenga una convivencia saludable con el entorno.
La clave no está en un único producto o truco, sino en la suma planificada de decisiones: cómo gestionamos el agua, qué iluminación elegimos, dónde almacenamos objetos, con qué frecuencia revisamos instalaciones y, por supuesto, qué medidas profesionales implementamos y cuándo. Evitaremos duplicidades y nos centraremos en aportarle un listado de acciones que, combinadas, generen una reducción sostenida de mosquitos verano sin perjudicar innecesariamente a la biodiversidad ni a la seguridad de las personas y mascotas.
Entender el problema: biología, hábitos y estacionalidad
La mayoría de las especies problemáticas en entornos urbanos y suburbanos requieren agua estancada para completar su ciclo. El huevo eclosiona en agua, la larva y la pupa también viven en medios acuáticos, y el adulto emerge y busca espacios de reposo con humedad, sombra y vegetación. Por ello, en jardines, áticos y terrazas se crean microhábitats perfectos si no se gestionan bien los pequeños volúmenes de agua y las zonas resguardadas del viento.
Los mosquitos verano intensifican su actividad con el aumento de las temperaturas y el fotoperiodo. Algunas especies, como Culex pipiens, se reproducen con gran facilidad en desagües y recipientes, mientras que el mosquito tigre (Aedes albopictus) aprovecha minúsculos acúmulos de agua, desde un plato de maceta hasta un pliegue en una lona. Con este contexto, un mismo jardín puede ofrecer docenas de puntos de cría inadvertidos si no se contempla un plan periódico de inspección y control.
Es crucial recordar que las hembras son las que pican porque necesitan proteínas de la sangre para desarrollar sus huevos. Esto explica por qué los adultos buscan activamente a los humanos y mascotas, guiándose por el CO2, el calor y ciertos compuestos de la piel. Conocer estos estímulos nos permite diseñar estrategias de atracción y barrera más inteligentes sin repetir pasos innecesarios.
Factores de riesgo específicos en jardines y terrazas
El primer paso para prevenir mosquitos verano es identificar variables que aumentan el riesgo en su espacio exterior. Entre las más relevantes están la acumulación de agua de lluvia en recipientes, canalones obstruidos, suelos con mala pendiente, riegos excesivos, vegetación muy densa sin ventilación y elementos decorativos con cavidades que retienen agua. También influyen el tipo de iluminación nocturna y la proximidad a fuentes de agua mal mantenidas, como fuentes con bombas inactivas o estanques sin circulación.
En terrazas, balcones y azoteas, objetos como cubos, juguetes, tiestos sin drenaje, tapas cóncavas de contenedores, platos de macetas y canaletas pueden convertirse en criaderos en cuestión de días durante el verano. Una inspección minuciosa revelará que los puntos críticos suelen ser pequeños, numerosos y fáciles de pasar por alto si no se sigue un protocolo de revisión sistemático.
Inspección profesional: el valor de identificar antes de actuar
En Apinsa aplicamos un enfoque de diagnóstico que evita tratamientos redundantes y reduce el uso innecesario de biocidas. La inspección incluye analizar el mapeo del agua (visible y oculta), la dinámica de riego, el estado de desagües y canalones, zonas de sombra con potencial de reposo para adultos, puntos de entrada a viviendas y el contexto perimetral (parques, láminas de agua cercanas, obras, solares). Esa fotografía inicial nos permite priorizar las intervenciones y alinear expectativas sobre los tiempos de resultado.
La monitorización con trampas específicas para Aedes o Culex, el muestreo de larvas en puntos aparentemente inactivos y el registro de condiciones microclimáticas (humedad, viento, orientación) son herramientas que perfeccionan el plan. Solo así se evita repetir medidas fallidas y se consigue una reducción consistente de mosquitos verano a lo largo de la temporada.
Gestión del agua: la piedra angular
Sin agua estancada no hay cría. La prevención empieza por rediseñar la presencia de agua en el jardín o terraza. Es prioritario:
– Garantizar pendientes que eviten charcos.
– Revisar y limpiar canalones, bajantes y rejillas.
– Perforar o retirar platos de macetas o sustituirlos por soluciones con geotextil que drenen.
– Cubrir barriles de lluvia con mallas de 1 mm o menos y controlar reboses.
– Vaciar semanalmente recipientes que no se puedan cubrir y cepillar sus paredes para destruir huevos adheridos.
Cuando no es viable eliminar el agua, se aplican larvicidas biológicos como Bacillus thuringiensis israelensis (Bti), que actúan sobre larvas en el agua sin afectar a fauna no objetivo correctamente usado, o reguladores del crecimiento (IGR) como S-methoprene, que impiden la maduración de las larvas. La elección depende del volumen, la frecuencia de reposición de agua y la sensibilidad del entorno. En Apinsa definimos intervalos de tratamiento ajustados al ciclo biológico local para que no haya solapamientos innecesarios ni lagunas operativas que favorezcan un repunte de mosquitos verano.
Un aspecto poco tenido en cuenta son los sifones y desagües conectados a terrazas, que acumulan agua en su codo. El mantenimiento con productos específicos para sifones, la colocación de rejillas y la comprobación de la altura del agua en el sello hidráulico ayudan a cortar ese foco silencioso. Además, evitar sobre riegos nocturnos, programando pulsos cortos a primera hora del día, reduce humedades persistentes que atraen a adultos para reposar y ovipositar.
Vegetación: diseño, poda y selección de plantas
La vegetación es esencial para la calidad ambiental del jardín, pero su manejo influye en la presión de mosquitos verano. Plantas demasiado densas, setos sin ventilación y macizos sin poda crean microclimas de alta humedad y baja circulación de aire, ideales para el reposo de adultos. La poda selectiva para crear corredores de viento, el escalonamiento de alturas y el uso de variedades menos compactas contribuyen a reducir esas condiciones.
Respecto a las llamadas plantas “repelentes”, como citronela, lavanda, romero o albahaca, su efecto como barrera por sí solas es limitado. Funcionan mejor como parte de un diseño que combine ventilación, control de agua y barreras físicas. No conviene repetir el error de confiar únicamente en aromas; es la suma de factores lo que marcará la diferencia en el control de mosquitos verano.
Introducir zonas con grava o materiales drenantes en áreas de paso, y evitar acolchados que retengan agua de forma excesiva en zonas sombrías, también ayuda. Una recomendación práctica es observar al atardecer qué áreas concentran más mosquitos en reposo y actuar primero sobre esa vegetación con mejoras de ventilación o ajustes de riego.
Iluminación exterior: elegir bien para no atraer
La iluminación nocturna puede atraer insectos, incluidos mosquitos en menor medida que otros dípteros, pero su configuración influye. Las fuentes de luz fría con alto componente de azul/UV resultan más atractivas para muchos insectos. Optar por LED de espectro cálido (2700–3000 K), limitar la luz difusa hacia el jardín y direccionar los focos hacia abajo reduce el impacto. En zonas de uso ocasional, el encendido por presencia, combinado con temporizadores, disminuye el tiempo acumulado de atracción.
Evite colocar luminarias cerca de zonas de descanso de las personas. Una franja de penumbra alrededor de mesas y sofás de jardín, con luz indirecta desde la periferia, limita la interacción con mosquitos verano. Los “bug lights” amarillos pueden ser una opción complementaria, pero no sustituyen la gestión del agua ni la vegetación. La coherencia entre iluminación, mobiliario y flujo de aire (ventiladores de techo o de pie en cenas al aire libre) aumenta el confort.
Estanques, fuentes y piscinas: disfrute sin criar mosquitos
Los cuerpos de agua ornamentales y recreativos requieren un manejo técnico si se desea mantenerlos sin fomentar criaderos. En estanques, la clave está en asegurar movimiento continuo del agua, filtración adecuada y una profundidad que evite sobrecalentamientos superficiales prolongados. Si se incluyen plantas acuáticas, conviene vigilar las hojas flotantes que pueden crear capas de agua inmóvil en rincones. Los tratamientos biológicos (Bti) en puntos de baja circulación pueden ser necesarios en meses pico.
Respecto a fuentes decorativas, la bomba debe estar operativa de forma regular; una fuente apagada se convierte rápidamente en un depósito de larvas. En temporadas de ausencia, vaciar completamente y cubrir de forma estanca es preferible a dejar una mínima lámina de agua. Un error común es descuidar el agua acumulada sobre lonas o cubiertas de piscina: esas pequeñas bolsas son excelentes criaderos, con impacto directo en la aparición de mosquitos verano en el perímetro.
En piscinas, mantener los niveles de desinfectante y el tiempo de filtración adecuados, cepillar esquinas y revisar skimmers evita zonas muertas. Las piscinas infantiles deben vaciarse y dejarse secar completamente cuando no se utilicen; un solo fin de semana olvidadas puede bastar para eclosiones masivas.
Mobiliario, almacenamiento y pequeños contenedores
Más allá de las grandes superficies de agua, los mosquitos encuentran microdepósitos en elementos cotidianos. Pies de sombrillas, cavidades en muebles, juguetes con huecos, platos de plantas, cubos, regaderas y herramientas pueden retener agua. El plan ideal incluye una checklist semanal en temporada alta para vaciar, limpiar y almacenar bajo techo o invertidos los objetos susceptibles de acumular líquidos.
Las lonas, toldos y fundas deben tensarse bien; los pliegues horizontales forman bolsillos de agua tras la lluvia. En terrazas y azoteas, las unidades de aire acondicionado pueden producir goteos; canalizar ese agua hacia un drenaje y evitar que caiga en recipientes o rincones es una práctica efectiva. Cada detalle cuenta para recortar la capacidad de cría de mosquitos verano.
Barreras físicas y confort en zonas de uso
Las mosquiteras en puertas y ventanas, los cerramientos de porches con malla de rejilla adecuada y las cortinas técnicas para pérgolas forman barreras muy eficaces. Complementar con ventiladores en áreas de comedor o descanso al aire libre dificulta el vuelo de los adultos y diluye las señales de CO2, mejorando el confort sin químicos.
La ropa de manga larga y tejidos ligeros, de colores claros, añade una capa de protección en horas críticas (amanecer y atardecer). Trataremos los repelentes cutáneos más adelante, pero conviene insistir en que una estrategia acertada no duplica medidas: integra barreras, flujo de aire y revisión del entorno para reducir la presión de mosquitos verano allí donde se pasa más tiempo.
Repelentes y tratamientos sobre textiles
Cuando se esté en exterior, los repelentes cutáneos registrados con ingredientes como DEET, picaridina (icaridina), IR3535 o PMD (citriodiol) ofrecen protección temporal. La elección del activo, la concentración y la frecuencia de reaplicación dependen de la especie predominante, la temperatura y la actividad física. En Apinsa recomendamos leer las etiquetas, respetar las restricciones por edad y evitar aplicar sobre heridas o mucosas. Reaplicar después de sudoración intensa o baños si el producto lo indica.
Los tratamientos con permetrina sobre textiles (no sobre la piel), como mosquiteras o ropa técnica, pueden aportar una barrera extra cuando se prevén exposiciones prolongadas en zonas con alta densidad de mosquitos verano. Conviene planificar su uso como complemento y no como sustituto de la gestión ambiental, para evitar falsa sensación de seguridad.
Trampas, monitoreo y decisiones basadas en datos
Las trampas específicas, como las de tipo BG-Sentinel para Aedes, combinadas con atrayentes y CO2, permiten evaluar la presión de población adulta y orientar intervenciones. En jardines amplios, su colocación estratégica lejos de zonas de estancia de personas ayuda a desviar parte de los adultos, aunque su función principal es diagnóstica. Para Culex en áreas con poca luz, algunas trampas de luz (LED/UV) pueden incorporarse, teniendo cuidado de no atraer insectos no objetivo a zonas de paso.
Registramos capturas por semana y correlacionamos con condiciones meteorológicas. Así se evitan tratamientos calendarizados por inercia y se actúa cuando los indicadores lo justifican. Reducir la improvisación es un factor clave para mantener a raya mosquitos verano sin excesos de producto ni huecos en la protección.
Tratamientos profesionales: precisión y respeto por el entorno
Cuando, a pesar de las medidas ambientales, persiste una presión alta, entran en juego tratamientos dirigidos. En Apinsa aplicamos insecticidas de última generación de forma controlada, priorizando formulaciones microencapsuladas en barreras perimetrales sobre superficies donde reposan los adultos (bajos de setos, muros sombreados, reverso de hojas resistentes). La selección de principios activos, su rotación para prevenir resistencias y la hora de aplicación (preferentemente cuando polinizadores no están activos) son factores que cuidamos con especial atención.
Los tratamientos ULV (ultra bajo volumen) pueden considerarse en episodios puntuales con alta densidad, pero siempre como parte de un plan con enfoque en el control larvario y la eliminación de criaderos. Evitamos solapamientos innecesarios y reportamos al cliente las zonas tratadas, los productos empleados y las recomendaciones posteriores para mejorar el entorno. A menor refugio y menor agua estancada, más eficacia y durabilidad tienen las intervenciones, y menor será el retorno de mosquitos verano.
Desinfección y saneamiento: cortar factores colaterales
La gestión de mosquitos no se limita a insecticidas. La desinfección de rejillas y desagües con productos adecuados, el mantenimiento de depósitos de agua limpia y la limpieza regular de biofilm en superficies en contacto con agua reducen la materia orgánica disponible y la habitabilidad para larvas. El saneamiento, acompañado de biorremediación en algunos casos, recorta los recursos que sostienen poblaciones de mosquitos, especialmente de Culex.
Este enfoque es relevante, además, para minimizar riesgos de salud pública asociados a mosquitos verano, como la transmisión de virus (por ejemplo, West Nile) en zonas donde se han detectado, y otras molestias indirectas. La coordinación con autoridades locales, cuando procede, y la comunicación con el cliente, forman parte del protocolo Apinsa para integrar medidas sin duplicarlas.
Sinergias con desratización y otras disciplinas
Parece que no hay relación, pero la hay: fugas de agua por mordeduras o roturas en conducciones causadas por roedores pueden generar puntos de cría. Contenedores mal gestionados que atraen roedores también acumulan líquidos en platos o tapas. Nuestro enfoque 3D (desinsectación, desratización y desinfección) aborda el conjunto del ecosistema de riesgos, no solo los mosquitos verano, para que las mejoras sean duraderas y no se trasladen de una plaga a otra.
El control integrado evita intervenciones repetidas y costosas a largo plazo. Cuando se corta la cadena de condiciones propicias —agua, refugio, alimento— para varias plagas simultáneamente, el entorno se vuelve menos vulnerable de forma general.
Casos prácticos: soluciones a medida
Caso 1: Jardín unifamiliar con estanque ornamental. Tras detectar larvas en áreas de baja circulación, se ajustó el caudal de la bomba, se reorientaron boquillas, se implementaron tratamientos puntuales con Bti en remansos y se retiraron platos de macetas. Con dos visitas de seguimiento y revisión de riego, se redujo el índice de picaduras percibido por la familia en un 70% en tres semanas, manteniendo el estanque sin recurrir a adulticidas. La población de mosquitos verano quedó controlada sin afectar la estética del jardín.
Caso 2: Terraza de restaurante. Problema estacional de quejas al atardecer. Se auditó iluminación (se cambió a LED cálido y se reposicionaron focos), se instalaron ventiladores discretos, se implementó un tratamiento perimetral microencapsulado antes del pico de temporada y se estableció un protocolo de vaciado y secado de cubos, bases de sombrillas y fundas tras lluvia. El ratio de quejas cayó de forma notable desde la primera semana, y el confort en cenas al aire libre mejoró, con impacto positivo en la permanencia de clientes.
Caso 3: Comunidad de propietarios con azotea y canalones obstruidos. Se planificó limpieza trimestral de canalones, se instalaron rejillas antipájaros para evitar acumulaciones de hojas, se revisaron sifones, y se añadieron tratamientos larvicidas en puntos que no era posible drenar temporalmente. Al complementarlo con comunicación a vecinos sobre el manejo de platos de macetas, la presencia de mosquitos verano descendió visiblemente en zonas comunes.
Hostelería y terrazas: confort del cliente y cumplimiento
En establecimientos con terraza, la estrategia debe equilibrar eficacia y experiencia de cliente. Es importante planificar con antelación para que los tratamientos no coincidan con horarios de afluencia y, cuando se apliquen, informar al equipo de las pautas de seguridad. Ventilación dirigida, iluminación cálida y acotada, y revisión tras episodios de lluvia son pilares que cuidan la imagen del local y reducen la exposición a quejas o reseñas negativas vinculadas a mosquitos verano.
Recomendamos formar al personal en una checklist operativa: comprobar que no hay recipientes con agua, tensar fundas, vaciar platos de plantas decorativas y revisar los pies de sombrillas después de cada tormenta. Estas acciones simples, sin repetir procedimientos superfluos, sostienen el efecto de los tratamientos profesionales.
Plan anual: anticipación antes del pico de verano
Un plan bien secuenciado evita carreras de última hora. En invierno y principios de primavera, conviene revisar canalones, reparar pendientes en solados, planificar riego y elegir vegetación. A finales de primavera, monitorizamos actividad larvaria y adulta, aplicamos larvicidas en puntos permanentes si procede y optimizamos iluminación. Así, cuando llegan los mosquitos verano, el entorno está mejor preparado y se requieren menos medidas reactivas.
Durante el pico estacional, se intensifica la revisión de objetos capaces de acumular agua, se ajustan frecuencias de monitoreo con trampas y se aplican tratamientos perimetrales selectivos si los umbrales de actividad lo justifican. En otoño, se consolidan mejoras estructurales (por ejemplo, rediseño de drenajes) y se planifica el calendario del año siguiente. Esta progresión evita duplicidades y asegurará una inversión más eficiente.
Indicadores de éxito: medir para mejorar
Para valorar el impacto de las acciones, usamos indicadores objetivos y subjetivos: capturas por trampa y semana, presencia larvaria en puntos críticos, índice de quejas/bites reportado por usuarios y estabilidad del sistema (por ejemplo, ausencia de agua estancada en revisiones aleatorias). A diferencia de enfoques que repiten tratamientos por rutina, los datos permiten espaciar o intensificar medidas con criterio, reduciendo la carga química y mejorando la eficacia contra mosquitos verano.
La comunicación con el cliente es parte de la medición: si se observan cambios de uso del espacio, nuevas obras cercanas o episodios meteorológicos fuera de lo habitual, se ajusta el plan sin rehacer lo ya optimizado.
Errores comunes que conviene evitar
Hay fallos recurrentes que perpetúan el problema. Entre ellos:
– Confiar en velas de citronela como solución principal.
– Mantener cubiertas de piscina con charcos sin retirarlos.
– Regar por la noche con exceso de duración, generando humedades persistentes.
– Olvidar desagües, sifones y canalones.
– Aplicar insecticidas sin diagnóstico, fomentando resistencias y afectando fauna útil.
– Aceptar pseudodispositivos milagro (por ejemplo, emisores ultrasónicos no probados) en lugar de un plan integral.
Evitar estos tropiezos ahorra tiempo y mejora de forma tangible la reducción de mosquitos verano. La prevención coherente y la intervención profesional cuando hace falta superan a las soluciones aisladas.
Sostenibilidad y protección de polinizadores
El control de mosquitos debe ser compatible con la protección de abejas, mariposas y otros aliados. Por ello, se prioriza el control larvario y los ajustes ambientales antes que tratamientos masivos. Cuando se aplican adulticidas, se hace en horas de baja actividad de polinizadores y con productos y técnicas que minimicen la deriva. Respetar bandas de seguridad cerca de masas de agua y avisar a vecinos cuando proceda, son prácticas responsables que forman parte del estándar Apinsa.
Sobre depredadores naturales como libélulas o murciélagos, conviene ser realistas: contribuyen al equilibrio, pero no son una solución directa para cortar picos de mosquitos verano. Son piezas de un ecosistema sano, no una herramienta con respuesta inmediata. Integrarlas en un jardín biodiverso es positivo, pero el núcleo del control sigue siendo gestionar el agua y el refugio.
Preguntas frecuentes
¿Sirven las plantas repelentes por sí solas? Tienen efecto limitado. Funcionan mejor como complemento dentro de un diseño que prioriza drenaje, ventilación y eliminación de pequeños acúmulos de agua. Una franja de vegetación aromática puede contribuir al confort, pero no evitará por sí misma la cría de mosquitos verano.
¿Cada cuánto debo revisar mi terraza tras la lluvia? Lo ideal es una revisión en las primeras 24–48 horas. Vacíe y seque recipientes, tense fundas y verifique canalones y rejillas. Esta constancia corta de raíz el ciclo de las larvas.
¿Son seguros los larvicidas biológicos? Productos como Bti, bien empleados y en los puntos adecuados, tienen un perfil favorable para actuar sobre larvas de mosquito sin afectar a otros organismos no objetivo. La dosificación y el lugar de aplicación son críticos; por eso recomendamos que su uso lo supervise un profesional.
¿Las trampas solucionan el problema? Las trampas son herramientas de monitorización y apoyo. Pueden reducir cierta presión local si se colocan estratégicamente, pero no sustituyen la eliminación de criaderos ni un plan integral para controlar mosquitos verano.
¿Cómo combino repelentes con protector solar? Primero el fotoprotector, deje absorber y después aplique el repelente. Respete las instrucciones de reaplicación de cada producto. En niños, consulte siempre las edades mínimas y evite formulaciones no recomendadas.
¿Puedo tener un estanque sin mosquitos? Sí, con circulación adecuada, filtración, mantenimiento de plantas acuáticas y, si es necesario, tratamiento puntual en remansos. Evite las láminas de agua inmóvil. Con un diseño y mantenimiento correctos, el estanque no tiene por qué incrementar mosquitos verano.
Checklist resumida de control integrado sin repeticiones innecesarias
1) Agua: revisar y corregir pendientes, limpiar canalones, cubrir barriles de lluvia, vaciar y cepillar recipientes, tratar con Bti/IGR donde no pueda eliminarse el agua. 2) Vegetación: poda que favorezca el viento, evitar masas excesivamente densas en zonas de estancia, ajustar riego para no crear humedad persistente. 3) Iluminación: LED cálido, orientación hacia abajo, temporización y separación de zonas de estancia. 4) Mobiliario: almacenar invertido o bajo techo, tensar fundas, revisar pies de sombrillas y juguetes. 5) Barreras y confort: mosquiteras, ventiladores, ropa adecuada y uso responsable de repelentes. 6) Monitorización: trampas selectivas y registros para intervenir con criterio. 7) Tratamientos profesionales: perimetrales y larvarios cuando los datos lo aconsejen, con respeto a polinizadores.
Esta secuencia evita volver sobre los mismos errores y crea un sistema de mejora continua para mantener a raya los mosquitos verano en su jardín o terraza.
Cómo trabajamos en Apinsa: metodología y garantías de calidad
Nuestra metodología integra diagnóstico, intervención y seguimiento. Empezamos con una auditoría técnica, definimos el plan de acción con prioridades claras (desde saneamiento hasta tratamientos seleccionados), y establecemos indicadores para medir resultados. Nos actualizamos continuamente sobre normativas y mejores prácticas, y rastreamos la posible aparición de resistencias locales para ajustar los principios activos cuando los tratamientos son necesarios.
La comunicación es la base: explicamos el porqué de cada medida y ofrecemos recomendaciones personalizadas para que la inversión en control de mosquitos verano tenga el máximo retorno. Nuestro objetivo no es aplicar más, sino aplicar mejor, con seguridad, eficacia y respeto por el entorno.
Conclusión: prevención inteligente, intervención precisa
Evitar la proliferación de mosquitos en jardines y terrazas no depende de una única acción ni de una solución milagrosa. Es el resultado de un plan coherente que mira primero al agua, al diseño del espacio y a los hábitos de uso, y que incorpora tratamientos solo cuando son oportunos y con criterio técnico. Al actuar de forma informada y no repetitiva, el confort mejora de manera notable, las molestias disminuyen y el entorno se vuelve menos vulnerable a la presión de mosquitos verano.
Si necesita apoyo profesional para evaluar su caso, diseñar un plan integral y mantenerlo con el menor impacto posible, en Apinsa podemos ayudarle. Analizaremos su jardín o terraza, priorizaremos acciones y nos encargaremos del seguimiento para que disfrute del exterior con tranquilidad. Póngase en contacto con Apinsa y dé el primer paso hacia un verano sin sobresaltos por mosquitos verano.

